El Señor Leonardo (1ra. Parte)

Transcurría el mes de julio, la brisa acariciaba a los árboles, terminaba de hablar telefónicamente y aceptar ser el maestro de música de un nuevo alumno, el cual debido a un accidente, según me narrara su esposa, había quedado ciego, y ella estaba buscando un profesor de órgano electrónico, el cual tuviera la paciencia requerida para enseñarle música a su esposo, siendo que el mismo no se encontraba bien anímicamente, y golpeado recientemente por su nueva condición. A las 9:00 hs del día siguiente, me encontraba ingresando al departamento del Sr. Leonardo. Ya dentro de su casa, después de los saludos, percibí en el hogar, una mezcla entre congoja, tristeza, y leve esperanza…

Ambos me esperaban con ansiedad y la normal curiosidad, ya que me habían recomendado como un profesor experimentado en enseñar música a personas que habían padecido distintas variantes de problemáticas, y deseaban proyectarse interiormente, y dejar volar los sentidos en busca de una suave, tenue y reconfortante paz.

Cuando conocí a Leonardo, él extendió su mano en sentido diagonal a mí, me acerqué a él y lo saludé con esperanza, noté en él, que su ceguera era reciente, debido a que su accionar, al mover su mano para saludarme, no correspondía al oído entrenado de un no vidente (según mi experiencia enseñando a tales personas), ya que los mismo, al escuchar la voz de saludo de una persona que se aproxima, extienden su mano con precisión hacia donde está su interlocutor. Tras unas palabras amenas de salutación y esperanza que le expresé, Leonardo se sentó en la banqueta de su teclado pero tras extender sus brazos al unísono, se sentó en forma paralela al mismo, no percatándose que se sentaba paralelamente al teclado. Observé que, a diferencia de un no vidente entrenado, no tenía noción de distancias, ni se podía abstraer a imaginar proporcionalidades a través del tacto de sus dedos, pensé…, aquí comienza mi trabajo, no solo para enseñar arte, sino que con el mismo, comenzar a enseñarle a Leonardo, a “Visualizar con la percepción de su oído”, y “ver con la yema de sus dedos”… Así comencé a enseñarle música a Leonardo.

(Continuará)...